10 de septiembre de 2009

El inútil mantra de la supresión ministerial.


Ayer estuve buena parte de la mañana escuchando el debate monográfico de las Cortes sobre economía mientras hacía algo parecido a estudiar. En general, el eje del debate fue el izquierda-derecha, agrupándose PP y CIU en este último y otros partidos (UPyD, IU-ICV, ERC) en el primero, mientras que Zapatero se definía como "centrista y pragmático fiscal". No haré comentarios sobre este último tema.

No obstante, los argumentos más repetidos por los grupos de derecha fueron los obsesivos mantras del odio al deficit y la petición del recorte de gasto público (desde mi punto de vista algo contraproducente cuando el gasto privado está bajo mínimos), bajo la idea económica de contener el estado deficitario de las arcas públicas sin la necesidad de elevar ciertos impuestos, que, supuestamente, afectan sobre todo a las clases medias (pero ese es otro debate que quiero retomar otro día).

Pero CiU patinó considerablemente al preguntar Zapatero a Durán qué gastos recortaría. El portavoz convergente, al que yo considero moderado, reflexivo y bastante coherente, volvió a sacar el tema de eliminar ministerios que no tiene competencias porque han sido transferidas a las Comunidades Autónomas y eliminar la Administración periférica del Estado. Un argumento supuestamente económico (que no ahorraría mucho porque, básicamente, se componen de funcionarios, que no se pueden suprimir sino reubicar) que es una demanda constante los nacionalismos periféricos de profunda carga ideológica: Eliminar ministerios clave que no controlen las bases mínimas que hacen del Estado un estado.

Es recurrente que digan una barbaridad constitucional, como es la petición de la supresión del Ministerio de Cultura "dada la realidad pluricultural de España". Es imposible, según tal razonamiento, una política cultural nacional, una política cultural integral del Estado, porque oprime y suprime las demás culturas. Una patraña bien grande: precisamente la cultura es una materia cuyo reparto competencial es diferente al de otras, al establecer la Constitución que se trata de una materia sobre la cual las administraciones de los diferentes niveles territoriales de nuestro Estado pueden legislar y actuar indistintamente, porque redunda en el beneficio a los ciudadanos. Esto es, se trata de sumar, no se suprimir. Se trata de que en lugar de una biblioteca en mi localidad haya varias, con diferentes fondos y conectadas entre sí y con otras de otros lugares, no una sola. Se trata de que desde el Ministerio hasta los Rectores puedan fomentar la cultura, pensando que cuanto más, mejor.

Esa posibilidad del nacimiento de una idea de cultura nacional les repele, se les hace incompatible con su culturocentrismo, por así decirlo, porque no entienden que la pluralidad es lo que precisamente defiende la Constitución, y no lo contrario. Y yo, desde luego, no quiero que el Museo del Prado, una de las mayores y mejores pinacotecas del mundo, pase a depender de la CAM (horror) o, aún menos, del Ayuntamiento. Yo no quiero que se deje de coordinar la política cultural (tan relevante en términos de soft power en las relaciones internacionales) o la política lingüística hacia el exterior de España. Y yo, desde luego, no quiero que desaparezca la red de bibliotecas del Estado.

Olvidan que el fundamento del Estado autonómico es unidad y autonomía, colaboración y cooperación entre Estado central y CCAA. Porque, a este paso, los nacionalistas acabarán pidiendo sólo tres o cuatro grandes ministerios, que se dediquen básicamente a no hacer nada más que garantizar la defensa, la normalidad de la política interior, las relaciones internacionales y ciertas políticas económicas. Y ese no es el Estado que yo quiero.

4 de septiembre de 2009

Sobre el recurso previo de inconstitucionalidad.


Tras el parón veraniego, quiero retomar como buenamente pueda el blog comentando uno de los posts con que nos provoca al debate Geógrafo Subjetivo. Habla sobre la posibilidad de recuperar el recurso previo de inconstitucionalidad, una antigua posibilidad procesal eliminada por muy buenas razones.

Como se puede intuir, estoy absolutamente en contra de la recuperación de tal recurso, puesto que, desde mi punto de vista, es contrario al funcionamiento democrático del sistema político español. Ni más, ni menos. Porque en nuestro sistema constitucional ya hay suficientes mecanismos de protección de las minorías políticas como para que recuperemos uno cuyo uso no dio más que problemas en su momento.

En un Estado en el que hay efectiva separación y coordinación de poderes (por mucho que diga la derecha inculta española), en el que ya hay procedimientos y cauces para que minorías representadas en las Cortes, otros colectivos ajenos a la representación popular e incluso el poder judicial puedan ejercer su disconformidad con el programa legislativo de la mayoría parlamentaria y el gobierno de turno, excluidas las elecciones periódicas, y en el que tenemos un cuarto poder que actúa de garante y salvaguarda del constituyente y de legislador negativo, la suspensión con carácter "preventivo" per se de normas relevantísimas, que integran el bloque de la constitucionalidad, no es más que un obstáculo al Gobierno y a su acción ejecutiva.

Imaginen la situación: Unas Cortes similares a las que tenemos ahora, con un gobierno que no tiene la mayoría absoluta, una oposición crispada y crispadora, un Tribunal Constitucional atascado por culpa de tal oposición y por la inmensa cantidad de recursos de amparo a resolver. El poder ejecutivo consigue pasar una reforma de la LOREG, cambiando la fórmula electoral u otros elementos infraconstitucionales con el fin de mejorar la proporcionalidad en los resultados de las elecciones, que resulta no favorece al partido mayoritario de la oposición, que suele salir beneficiado cuando valen más los kilómetros cuadrados que las personas. Entonces, haciendo uso del recurso previo de inconstitucionalidad, la ley, válidamente aprobada por las Cortes, queda en suspenso a merced de la actividad de un empantanado Alto Tribunal que tarda una media de siete años en dilucidar cuestiones muy importantes. ¿Qué pensarán los votantes representados por la mayoría de diputados que han refrendado con su voto tal programa legislativo? ¿Quién impone su criterio ante quién?

Hay quien puede alegar que tal recurso previo impide que se produzcan desórdenes y daños como consecuencia de la futura declaración de inconstitucionalidad de la norma recurrida. Es perfectamente posible, pero para eso ya existen una serie de mecanismos, aplicados por jueces y tribunales sobre el resto de fuentes del ordenamiento, y también por el Tribunal Constitucional, como son las medidas cautelares, que se toman no por obligación ni automáticamente, sino tras un rápido estudio de los daños de difícil o imposible reparación como consecuencia de la aplicación de la norma correspondiente. Garantía suficiente, temporal y medible, que no es contraria a la introducción con plenos efectos de leyes que conforman la agenda legislativa del Gobierno.

Con un Tribunal Constitucional como éste, y con una oposición irracional que recurre sistemáticamente cada una de las normas estrella de la coalición mayoritaria entre Congreso y Gobierno, el recurso previo de inconstitucionalidad, como ya hiciera Fraga en su día, sería una trampa, un sinsentido, una mordaza a la acción gubernamental, que le impediría cumplir con su propósito: Cambiar la sociedad a la que sirve democráticamente.

Porque una cosa es defender a las minorías y otra impedir gobiernos. Y más cuando hablamos de ámbitos legislativos residuales pero tan relevantes como el cubierto por Ley Orgánica, que ya se halla protegido por las mayorías reforzadas que requiere la aprobación de tales normas.

27 de julio de 2009

Hipermetropía política.


Es espectacular ver que a veces, para intentar salvar la cara en los medios, los datos tienden a leerse de forma irregular, sesgada, por no decir hipócritamente y con cierto "dolo". Me recuerdo mucho a esas personas que tienden a entender la interpretación de las leyes, por ejemplo, desde un artículo concreto, sin considerarlas de forma unitaria. ¿Y qué ocurre? Que suelen perder sus litigios, o no llevar la razón en sus asuntos.

Si vemos el avance de resultados del C.I.S., nos daremos cuenta de la ridícula falsedad que supone hichar el pecho de esa manera por un resultado concreto, y erigirse desde hoy mismo en el futuro gobierno de los españoles. Porque la realidad de las tendencias que muestra el estudio es la contraria, a excepción de esa mínima ventaja que, a varios años de las elecciones, es inocua.



Acerquémonos a la pregunta 10. Dentro de el suspenso generalizado de los líderes políticos, la alternativa apellidada Rajoy Brey se sitúa en el cuarto nivel, por detrás de Rosa Díez y de Durán i Lleida. Lo hace, además, con bastante distancia del Presidente del Gobierno, lo que induce a creer que su negativa valoración no juega a su favor.

Las preguntas 11 y 12 confrotan la valoración del trabajo del Gobierno y de la oposición. Atentos al cutre-gráfico: Para diferencias las columnas, he añadido un color rojo a la valoración gubernamental y otro azul a la del PP:

El PSOE es mejor valorado en "Muy Buena", "Buena" y "Regular", mientras que el PP gana en "Mala" y en "Muy Mala". Como en el caso anterior, y agregándolo al mismo, no veo ningún indicio que me predisponga para pensar en la actual potencia de la alternativa al gobierno. Máxime viendo la situación de, por ejemplo, el Laborismo británico y lo que dicen sus encuestas.

Otro enfoque: Las preguntas 14 y 15 no confrontan ya la labor de grupo de los actores opuestos, sino la confianza que le transmiten personalmente Zapatero y Rajoy. Hagamos de nuevo un cutregráfico para compararlos directamente, con las mismas características cromáticas que el anterior:
Como se puede leer más o menos perfectamente, el Presidente despierta "mucha confianza" en el triple de ciudadanos que Rajoy. Está casi 10 puntos por encima en el ítem que señala la percepción de "Bastante Confianza". Rajoy le gana por poco en "Poca Confianza" y le barre por más de 10 puntos en "Ninguna Confianza". Todo un dechado de indicadores que confirman la percepción de alternancia de los españoles.

El voto directo es aquella información que obtenemos tras preguntar a los encuestados qué tienen pensado votar a cortísimo plazo, mostrándonos su preferencia ideológica directa, cercana. Los datos que tenemos son esclarecedores: El PSOE le saca al PP una ventaja en voto directo de aproximadamente 4'5 puntos porcentuales, con un 12'5% de indecisos.

Pero es que si a este dato le añadimos la simpatía manifestada por un partido en concreto, al margen de la existencia de unas elecciones próximas, vemos que la mayor simpatía la retiene el actual partido en el gobierno.


Podemos observar que, dentro de una mayoría de la población que no simpatiza con ninguno en concreto, el PSOE le saca unos 7% al PP, con un cuarto de la población que no sabe o no constesta.

Hay algún que otro indicador más que podríamos analizar para observar los gustos y las percepciones declaradas de la población española a partir de esta muestra. No obstante, siendo francos, no veo los motivos del PP, más allá de los puramente estéticos, para que creamos de verdad que la población los ve como alternativa. Y no hay que ser un mago interpretando encuestas para descubrirlo.

Porque no son unos datos buenos para el PSOE, especialmente por la desafección de la población hacia la política, que puede desmotivar a buena parte de su electorado de cara a las próximas elecciones. Pero, en ningún caso, confirman la alternativa popular. Eso sólo lo podremos ver en 2011, con las municipales y autonómicas, con el leve precedente de las autonómicas catalanas, que verán el estado de salud del PSC y el del PP.

26 de junio de 2009

7-J: La consagración de UPyD


Quiero continuar con esta serie de análisis sobre las últimas elecciones de nuestro país con la mirada indiscreta hacia ese fenómeno político renovador que es UPyD. No es renovador en lo ideológico, puesto que su difuso programa apenas parece encontrar más nexos de unión que un centralismo cargado de vocabulario nacionalista hispánico. Para mí es renovador porque está introduciéndose poco a poco en la vida política de nuestro país, y ha comenzado un despegue del que, aun con los pocos elementos de análisis certero de que disponemos, parece ser sólido.

Así lo avala la gran capacidad de movilización del votante propio y el excelente crecimiento: Frente a los 300.000 votos que sacó en las Generales de 2008, y a pesar de un descenso de la participación de 30 puntos porcentuales, ha aumentado su caudal de votos en 180.000 en apenas un año de existencia.

¿Por qué tamaño éxito? Porque han sabido construir un discurso más o menos atractivo para, especialmente, descontentos con los partidos actuales y votantes de la esfera del centro-derecha, si bien es evidente que ha rascado parte del voto socialista. La demostración, lejos de ser absolutamente certera, se basa en una idea que llevo barajando cierto tiempo: La mayor cantidad de votos que obtiene UPyD salen de enclaves escorados a la derecha política y sociológica. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid. Y, dentro de ella, especialmente en zonas de renta elevada y en lugares en que la derecha campa a sus anchas. Esclarecedores son los apoyos que obtiene en municipios genuinamente de derechas, como Pozuelo de Alarcón (9'89% de los votos), Majadahonda(10'43%), Las Rozas (11'73%) o Boadilla (10'67%). Frente a estos abultados resultados, municipios del Cinturón Rojo como Coslada, Fuenlabrada, Getafe, Leganés o San Fernando de Henares no obtienen en ningún caso más del 6%.

Estos excelentes resultados en la Comunidad de Madrid, a pesar de las diferencias municipales, hacen de esta región un lugar fundamental para el despegue del partido, ya que, habida cuenta de nuestra legislación electoral, y pensando que estos votos recibidos con una participación en la CAM del 51% pueden incrementarse con una permanente campaña en la zona (los tres cargos institucionales del partido han de patearse Madrid si desean crecer), superan con creces lo necesario para obtener una sustancial representación en muy diferentes ayuntamientos (capital incluída) y en la Asamblea. Un campo de trabajo espectacular, habida cuenta de lo positivo para los pequeños partidos del tamaño electoral de la circunscripción madrileña, al menos en lo que a elecciones autonómicas y municipales se refiere (las elecciones generales son otro cantar).

Pero la dependencia de Madrid (que hace que analistas tan finos como Roger Senserrich o Geógrafo Subjetivo hablen de partido nacionalista madrileño) es, a la vez, una garantía de leve éxito pero una atadura: Los resultados en el resto de España se diluyen por el tamaño de la circunscripción electoral, lo que vetaría la entrada en parlamentos regionales como el de Castilla y León o el de la Comunidad Valenciana de no mejorar mucho los resultados, dadas las leyes electorales que rigen dichas elecciones. Además, y pensando en el discurso político de Rosa Díez, la soflama queda bien en el centro para el que se pide el pan y la sal, pero se va diluyendo conforme la distancia se incrementa. Así lo atestiguan los resultados en Andalucía (donde se encuentran un par de la circunscripciones donde algo se podría sacar), Galicia, País Vasco (a pesar del escaño de Álava), Extremadura, Canarias y, desde luego, Cataluña.

Además, y por si fuera poco, el comportamiento del voto en País Vasco y Galicia ha modificado su trayectoria sensiblemente en los diferentes procesos electorales: Si en España el voto ha crecido a pesar de la participación baja, en ambas comunidades ha obtenido mucho menos apoyo del que obtuvo en las recientes autonómicas: En Galicia, pasó de 9.776 votos en 2008 a 23.796 en las autonómicas, para descender a 14.019 votos el pasado día 7. Ello nos puede hacer pensar que puede que haya ciertas CCAA donde ya se han aproximado al techo electoral, al contrario de lo que ha ocurrido en Madrid.

¿Cuál es mi pronóstico? UPyD, de no morir de éxito durante estos dos años, puede convertirse en una poderosa fuerza electoral local en las dos Castillas, Madrid y diferentes ciudades españolas (buena parte de las capitales de provincia), e irrumpirá, seguro, con Grupo Parlamentario propio en la Asamblea de Madrid, y, con esfuerzo, en las Cortes Valencianas, así como en el Parlamento Andaluz y, con mucha suerte y esfuerzo, en las de Castilla y León por León o Valladolid. Siendo optimista, claro, y pensando que habrá posibilidad de encontrar buenos candidatos para la alcaldía de Madrid y la presidencia de la CAM.

Además, habrá que ver cómo consigue UPyD acercarse a partidos centristas e independientes poco definidos locales que moran en multitud de municipios, que pueden suponer una estructura básica fundamental y un aporte considerable de voto. Los Centristas de Majadahonda, Foro Ciudadano de Cáceres o BT en Badajoz son muestras de ello.

Pero UPyD se ha consagrado. Le costará expandirse en el Congreso de los Diputados a medio plazo, pero, si sabe seguir siendo un partido ideológicamente basado en la indefinición y en la crítica al Gobierno y que lanza mensajes claros a buena parte de la ciudadanía, podrá dotarse de una interesante plataforma territorial que le permita crecer a medio plazo. Aunque habrá que ver como aplica esa "regeneración democrática" a un partido que comienza a llenarse de cuadros políticos con sus ambiciones, sus intereses y, sobre todo, su disparidad de ideologías.

24 de junio de 2009

7-J: Breve análisis de los resultados


Ha pasado suficiente tiempo como para analizar en frío los resultados de las últimas elecciones que hemos vivido en nuestro país. Con ciertos matices, se cumplió buena parte de lo que comenté en el post anterior: Poca diferencia entre PP y PSOE, a favor del primero en 2 escaños, IU se mantiene y UPyD obtiene representación, quedándose bastante lejos del 2º escaño que, en algunos momentos de delirio, pensé que la fuerza política de Rosa Díez podría llegar a obtener. Los nacionalistas, como siempre, saben optimizar muy bien sus votantes, como vemos, al margen de la circunscripción. Menos del 50% de participación, una Eurocámara conservadora, y el euroescepticismo fluyendo por doquier.

La verdad es que, a nivel general, si alguna enseñanza podemos sacar del resultado de estas elecciones, al margen de los múltiples análisis que han podido leerse, es que unas elecciones son difícilmente comparables con otras de diferente. Y nada es mejor para demostrar esta afirmación que los datos empíricos:

En 1999, con Aznar en Moncloa y a las puertas de la debacle socialista que promovió la mayoría absoluta del PP, éste ganó las elecciones por sólo un 4% de los comicios. En 1994, con el PSOE en el Gobierno y toda una estrategia de crispación montada a nivel nacional, el PP las ganó por un 10%. En 2004, con un Zapatero recién llegado a la Moncloa, apenas ganó el PSOE por un 1'5% del total de votos. ¿Qué ocurrió después? En 1996, Aznar derrotó por la mínima a González. En 2000, Aznar obtuvo la mayoría absoluta en las Cortes Generales, y en 2008, Zapatero volvió a ganar a Mariano Rajoy con más votos que en 2004.

¿Por qué? Son elecciones diferentes, en escenarios diferentes, con circunscripciones diferentes y, sobre todo, con líderes muy diferentes. Los elementos en juego no tienen nada que ver, y es imposible, a priori, hallar una ley que, de una visión empírica, demuestren una interrelación entre elecciones al Parlamento Europeo, y elecciones a Cortes Generales y, especialmente, entre sus resultados. En estas elecciones, apenas ha habido llamada al voto útil, ha habido pocos trasvases (estamos a la espera de ver la encuesta del CIS) y hay circunscripción única. Por ello, el efecto socavón del PP en Cataluña apenas cuenta en cómputo de escaños. Curiosamente, el del PSOE en Madrid parece haberse frenado.

De hecho, creo que, más o menos, los líderes a examen se encuentran en la misma situación en la que se estaban antes del 7-J. Lara ha salvado los muebles al frenar la caída de IU. Rosa Díez ha obtenido representación y, a pesar de la caída de la participación, ha aumentado su masa de votantes en unos 180.000. Zapatero ha perdido dignamente las elecciones más difíciles a las que se enfrentaba y Rajoy ha sido capaz de sobrevivir a lo que podía haber sido su última noche como líder en Génova 13, ganando las elecciones y enviando a algunos incómodos a la Eurocámara.

En todo caso, parece claro que el hecho de que en unas elecciones en las que vota menos del 50% del censo, que importan poco a la ciudadanía y en la coyuntura actual, el desgaste del gobierno es, cuando más, moderado. Porque, hecho y publicado el recuento definitivo ya, el PP aventaja al PSOE en apenas 530.000 votos, diferencia notable en otras circunstancias electorales, pero poco relevantes cuando en Andalucía vota el 42% y en Cataluña el 37'5%.

Dado el alto índice de movilización electoral en las Elecciones Generales por la importancia con que la perciben los ciudadanos, y habida cuenta de la antesala electoral que supondrá (salvo que se adelanten mucho las próximas elecciones, algo que no es en absoluto descartable) el 22 ó el 29 de Mayo de 2011 (tengo dudas sobre el día), nada está cerrado, y nada está perdido. El PP no ha despegado, el PSOE no ha caído demasiado, y, quizá, los brotes verdes mejoren el panorama de aquí a un tiempo. Extrapolar resultados no es sensato, sí interpretarlos. Y de ahí que seamos capaces de ver que, por mucho que algunos celebres actos y demás fastos para vanagloriarse de unas mínimas victorias, la partida apenas se ha movido.

6 de junio de 2009

7-J: Impresiones previas.

Este post no es como otros muchos que se han escrito sobre las Elecciones Europeas. No va a ser un post propagandístico, sino todo lo contrario: Aburrido, como casi todos los que escribo, si bien comenzaré por explicar mi voto. Sólo lo publico porque quiero señalar una serie de variables que considero muy interesantes en las elecciones que mañana afrontamos todos los españoles mayores de 18 años y otros ciudadanos con derecho de sufragio activo: Las Elecciones al Parlamento Europeo.

Mañana, día de mis terceras elecciones como votante, depositaré en la urna la papeleta encabezada por Juan Fernando López Aguilar, candidato del PSOE a las elecciones europeas y, por el bien de la Unión, espero que futuro Comisario de Libertades Públicas y Democracia. Votaré con todas mis fuerzas al PSOE porque creo en una Europa de tintes más federalistas, que profundice en el desarrollo de espacios de Seguridad, Justicia y Libertades, que garantice y revise el modelo social del que disfrutamos para que pueda seguir vigente y, sobre todo, que luche contra el nuevo nacionalismo cateto y conservador que gana fuerza en diversos estados miembros. Ah! También porque espero que los eurodiputados socialistas que tomen posesión en los próximos días propongan un nuevo candidato para presidir la Comisión y manden a mi país vecino al servil Durao Barroso.

La primera de mis impresiones circula en torno al tipo de circunscripción electoral de esta convocatoria: Única a nivel nacional. Curiosamente, la que mejor garatiza la representación directa del conjunto de los ciudadanos, sin la corrección que supone la circunscripción provincial, que barre con muchos votos de muchos ciudadanos. Mañana votaremos las mismas listas de 54 candidatos de los diferentes partidos en Álava, en Cádiz, en Huesca y en Badajoz,sin que nada varíe. Ello hace que, a priori, las opciones políticas minoritarias se vean favorecidas: Porque,por mucho que digan los que no entienden nuestra fórmula electoral, el problema es el tamaño de la circunscripción y, por supuesto, el número de votos obtenido. Se trata de una circunscripción que frustra a las fuerzas regionales, que han de ir en coalición para optar a tener representación, y que favorece, en especial, a esas fuerzas de carácter nacional que están muy por debajo en voto de PSOE y PP. Especialmente UPyD e IU. Cabe decir que es el tipo de circunscripción que más me gustaría para las Elecciones Generales, que se supone eligen las Cámaras que representan la soberanía popular en su conjunto, sin compartimentar.

La primera variable, que debería resultar muy atractiva para los terceros partidos nacionales, consigue contrapesarse por la baja participación que se asocia a estos comicios. Ello no es más, desde mi punto de vista, que el hecho de malas campañas y falta de información. Porque es complejo explicar a las personas, que normalmente votan para elegir a alguien y no a un grupo de representantes, que lo que ahora van a hacer es elegir un Parlamento que no saben muy bien qué hace ni qué elige y, sobre todo, qué consecuencias prácticas tiene en su vida diaria. Pensemos en las restantes elecciones de nuestro país: Los votantes eligen un alcalde, un presidente en su comunidad autónoma y un presidente del Gobierno. ¿Y en estas? ¿Alguien que no sea un freak de la política, del Derecho Comunitario o de ambas a la vez (como es mi caso) lo sabe? Se genera un efecto de inutilidad del voto, por así decirlo. Votas algo español para no se sabe qué. Si se eligiese un presidente de la UE, visible y reconocido por los partidos a escala europea (eso que no existe), otro gallo cantaría.


En tercer lugar, cabe destacar la horrenda manipulación de PP y PSOE, que hacen de una campaña europea un debate nacional cuyos efectos no son más que desmoralizantes para quienes lo ven. Porque el PP las ha planteado como una moción de censura a Zapatero (como si la composición del Congreso de los Diputados variase algo tras este 7-J), y el PSOE ha pensado que la mejor respuesta era contratacar y movilizar su electorado con temas que, por muy agradables o estimulantes que sean, no tenían nada que ver con la UE. Buena parte del electorado votará para que no gane el PP y otros para castigar al Gobierno.

¿Cuáles son los resultados de estas características previas?

1- Que ningún partido tiene una ventaja electoral clara, y mañana puede pasar cualquier cosa. En cualquier caso, apuesto por un empate técnico entre PP y PSOE (22-22 escaño arriba o abajo), y poco para los minoritarios (uno para UPyD y espero 2 para IU), cuya esperanza para colocar más gente en la Cámara será que Irlanda retifique pronto el Tratado de Lisboa(y nos correspondan 4 eurodiputados más). Resulta muy significativo que el PP, con la que está cayendo, no le lleve al PSOE 10 puntos en intención de voto directo.

2- Una participación baja, menos del 50%, por mareo, hastío y despreocupación. Porque la gente normal es gente normal, no tonta. Ello afectará, especialmente a los minoritarios. Rajoy, Lara, Zapatero y Díez tienen un examen, ordenados de mayor a menor importancia.

3- Una Eurocámara con exigua mayoría conservadora, dado el talante de parte de los conservadores de según qué miembros, que apuestan por un nuevo grupo "antifederalista".

4-Un crecimiento exponencial del antieuropeísmo (más pasota que militante) en un momento en que España no recibe tantas ayudas como antes por el reciente ingreso de países muy pobres, la crisis económica continúa y el paro decrece ma non troppo.

Luego podremos analizar datos concretos. Considero muy relevantes los datos de participación en Madrid, Andalucía, Valencia y Galicia. Avanzo que procuraré hacer cuatro análisis diferentes: Composición de la Eurocámara, política nacional, Extremadura y Badajoz (si los exámenes me lo permiten).

10 de abril de 2009

De presidentes ilegítimos y legítimos demagogos.


No voy a abordar el asunto de la remodelación del Gobierno de España sino de forma tangencial, puesto que mucho se ha escrito ya y en casi todo estoy de acuerdo. Sólo puedo decir que valoro muy positivamente las entradas de Chaves, Blanco y Gabilondo, no entiendo la de González-Sinde y me hubiera gustado ver un par de salidas más, porque no creo que Mercedes Cabrera, Molina o Bernat Soria hayan metido mucho la pata.

Sí quiero hablar de la última perla de Javier Arenas, un animal político nato que pierde todas las elecciones a las que se presenta, y, aún así, sigue cobrando (y muy bien) del erario público, a fuer de liberal. En esta última declaración a la desesperada, como la mayoría de las que se le oyen desde hace un año, intenta confundir a la ciudadanía acerca de nuestro sistema político, alegando que Griñán, futuro presidente de la Junta de Andalucía, será ilegítimo y debe haber elecciones anticipadas.

Este señor, que, según fuentes oficiosas, tardó 12 años en acabar la licenciatura en Derecho, olvida que el actual sistema autonómico, hecho a imitación del sistema político que la Constitución consagra para las instituciones centrales del Estado, se basa en un régimen parlamentario. Un régimen que elige al titular del poder ejecutivo de forma indirecta, filtrando la voluntad popular a través de una Cámara de representanción del propio pueblo. En las elecciones autonómicas no se elige al presidente de la misma, sino que se elige un Parlamento que, conocida la relación de confianza, sostén, acoso y derribo o como queramos llamarlo, ha de elegir, normalmente de entre sus miembros, a la más alta magistratura del poder ejecutivo de la citada entidad territorial.

Porque, de hecho, en nuestras elecciones autonómicas no elegimos presidente: Lo que realmente elegimos es la composición del arco parlamentario, materializada ésta a través del voto a uno u otro partido. Pero como los partidos pueden ser muchas cosas, pero desde luego no son tontos, deciden centrar la atención en un rostro, una imagen: La del candidato que, salvo catástrofe, será presentado por el grupo parlamentario que los ciudadanos elegimos para presidir los designios de la CA durante lo que dure la legislatura.

Por ello, tiene cierta parte de razón Arenas, puesto que, realmente, al gente vota al candidato a la presidencia, si bien formalmente no lo hace. Y ese es el doble juego de la democracia representativa de nuestro mapa autonómico, que hace surgir este conflicto cuando un presidente abandona el cargo por uno u otros motivos. No es, como bien apuntan por ahí, el primer caso: En 2004, Bono salió de la presidencia de Castilla La Mancha para ser ministro de Defensa, Zaplana salió de la Comunidad Valenciana para ser ministro, etc... Y nadie, que yo sepa salió a pedir nuevas elecciones por considerar ilegítimos a sus sucesores (sabiendo además que, normalmente, son los siguientes en la línea "sucesoria" que establecieron en sus gabinetes).

A pesar de la utilización demagoga, inculta y partidista de la que hace gala Javier Arenas, es cierto que tal juego de legitimidades diferenciadas entre la teoría y la práctica política hace ciertamente incomprensible nuestro sistema a ojos de buena parte de los ciudadanos de a pie. Y como soy partidario de clarificar el juego institucional básico de cara a la ciudadanía, yo evitaría estas desavenencias modificando el sistema político, en el rango que fuese necesario, para hacer que los titulares de poderes ejecutivos fuesen elegidos directamente (o con la leve interferencia de un colegio como en EEUU) por los ciudadanos, a la francesa, para evitar así legitimidades indirectas que provoquen que incautos desesperados se aprovechen del desconocimiento ciudadano, y obtengan rédito político sin razón.